miércoles, 13 de octubre de 2010

CAPITULO 1 -ADVERTENCIA

De la idea a la elaboración de una nueva pedagogía
Como llega siempre al mundo, lo que sólo era en un principio una casualidad o un medio de supervivencia, se encuentra inmediatamente transformado y utilizado como herramienta de progreso y de conquista.
Pierre Theillard de Chardin
Un presente sin pasado no tiene futuro.
Fernand Braudel
No se trata de exponer aquí toda la historia de la pedagogía de la alternancia. Los pioneros la escribieron con gran precisión y veracidad porque fueron los protagonistas privilegiados (Granereau, 2007; Nové-Josserand, 1987; Duffaure, 1985; Chartier, 1986). Sin embargo, para introducirse en este concepto de formación y en este método pedagógico, parece necesario describir brevemente su espíritu y su planteamiento.

1. EL CAMINO DE LOS CEFFA
El proceso complejo que tuvo lugar durante la etapa creativa fue coherente con su objeto: la formación por alternancia. Esto es significativo. Por eso, seguro que será muy rico en enseñanzas dirigidas al movimiento CEFFA de los distintos países para que en ellos se pueda construir, establecer y afirmar esta pedagogía innovadora.
Los fundadores de los primeros CEFFA carecían de experiencia institucional y pedagógica del tipo de la escuela que iban a crear, puesto que no existía nada semejante. No tenían tampoco conocimiento alguno de las nuevas investigaciones e innovaciones pedagógicas. Su modelo era la escuela que probablemente habían dejado cuando concluyeron el ciclo primario. Su pasado institucional era el del sindicato al que estaban afiliados y el movimiento cristiano de acción social -Le Sillón, de Marc Sangnier[1]- cuyas enseñanzas partían de la experiencia de su territorio y de su medio de vida. Este movimiento les trasmitía militancia, energía, disposición para el análisis, acopio de reflexiones y enseñanzas, el aprecio de los valores que predicaba, y un horizonte de nuevas perspectivas y esperanzas. Los sindicalistas eran protagonistas comprometidos con su territorio, preocupados por el futuro de sus hijos, por la suerte de su oficio, por la agricultura y la vida rural.
A partir de la simplicidad de lo cotidiano nació la pedagogía de la complejidad que ellos inventaron:
v  Simplicidad del asunto planteado en 1935, en una aldea francesa[2] a una familia de agricultores, a propósito del problema de su hijo, un adolescente, que se había negado a volver a ir a la escuela secundaria.
v  Simplicidad de la pregunta: ¿que proponerle para que siga estudiando?
v  Simplicidad del encuentro a la vera de un camino con el párroco del pueblo, al que se expone el problema.
v  Simplicidad de la solución encontrada en el diálogo con los otros: crear una escuela que no encierre a los adolescentes entre paredes sino que les permita aprender de las enseñanzas de la escuela y de la vida diaria, gracias a una alternancia de estancias entre el núcleo familiar y el centro escolar.
¡Qué sencillo todo aquello! Pero en apariencia solamente, puesto que algunos procesos más complejos estaban allí subyacentes. Todo les pareció evidente a estos campesinos inventores de una nueva fórmula. Para ellos fue simplemente cuestión de sentido común porque estaban acostumbrados a manejar la complejidad en su relación cotidiana con la tierra, con los elementos climáticos, con la vida, con los cultivos y el ganado, con el contexto local, físico, humano, cultural, económico y político. Entonces, de lo que se trataba era de crear "una escuela del país, para la gente del país y por la gente del país", según esta fórmula sintética grabada en el frontal de una escuela de Québec (Canadá). Se trataba simplemente de responder a las necesidades de formación de los jóvenes, de todos los jóvenes.
Después de esa invención, fue necesario construir una pedagogía. En una primera instancia, la noción de una pedagogía no era para los fundadores otra que la de enseñanza tradicional evocada por su memoria, pero que luego ya les pareció inadecuada. Entonces se estableció un amplio movimiento de investigación-acción de suerte que la practica diaria, la experimentación, el análisis de pruebas y de errores, la reflexión, la sensatez y la intuición, hicieron posible la elaboración de herramientas, metodologías y principios pedagógicos. Actualmente en los CEFFA no hay nadie que conozca en su totalidad la pedagogía de la alternancia, y al mismo tiempo tampoco hay nadie que la ignore. Sin los previos conocimientos relativos al tema de estudio no es posible ninguna enseñanza; y, en este caso, tales conocimientos estaban aún por definirse. Entonces, animados por una dinámica creativa, todos contribuyeron a la elaboración de las actividades, de las herramientas, de las organizaciones didácticas, de los principios y métodos propios de los CEFFA coa natural espontaneidad. Se vivía intensamente el proceso de definición de los conocimientos pedagógicos propios de la alternancia que más tarde se aclararían. Paso a paso se construía un método pedagógico pertinente y original, basado en el respeto y la consideración de la cultura, los conocimientos y valores educativos del medio de vida, el contrapunto de las generaciones, la relación entre espacio y tiempo de vida, el engranaje entre la vida y la escuela, entre lo intelectual y lo manual, entre el conocimiento y la acción, entre emprender y aprender, entre los estudios y la experiencia de vida. Se elabora así una pedagogía de la relación, del encuentro, del compartir (Daigney, 2001), el de la formación por alternancia en toda su complejidad.
La pedagogía de la alternancia no se elaboró por medio de teorías, sino por la invención y la aplicación de una herramienta pedagógica que se traducía en los actos, en el sentido y en los procedimientos de la formación. En otras palabras, en este proceso de creación prevalecieron la acción, la experiencia y el "éxito" en el sentido piagetiano. Es decir, "un pensamiento en acción". Sólo después -y sin duda también un poco al mismo Tiempo- se operó el enfoque en comprensión y se desarrolló una forma de teorización bajo la lógica de Piaget. Una teorización no referida a sí misma, sino al desarrollo comprensivo que al mismo tiempo nutre sobre el terreno la experiencia y la acción, dándole así un sentido cabal. Una teorización necesaria también para situarse en el panorama educativo sin quedar aislado, sino en relación con los demás; y, a veces, para proveerse de argumentos defensivos contra la oposición de aquellos que actúan atrincherados en el tradicionalismo o en los poderes administrativos. Por eso, no pocos hombres y movimientos estuvieron presentes en la acción, aunque de manera subyacente. Al principio estuvo en primera línea el movimiento de acción social de Sangnier; luego la metodología del "Ver-Juzgar-Actuar", síntesis y lema de ese grandioso y bello movimiento de educación popular -inspirado en el pensamiento del gran filósofo personalista Emmanuel Mounier-: la JAC[3]. También sirvieron de referencia o aportaron su ayuda los procedimientos y el espíritu de la nueva educación y de no pocos pensadores investigadores y pedagogos de esta época[4]. Asimismo, en distintos momentos tuvieron lugar encuentros y confrontaciones con la universidad, para ilustrarse y enriquecerse mentalmente con espontánea y franca reciprocidad; y, como en todo proceso de formación alternada, para superar la práctica y los conocimientos obtenidos por la experiencia.
El primer encuentro con el mundo universitario fue el que tuvo lugar con R. Cousinet en la Universidad de la Sorbona (París), coordinado por A. Duffaure, entonces director de la Unión Nacional de los CEFFA de Francia y clave de este proceso de creación. Luego se tuvo la colaboración de la Escuela de la Practica de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París[5], y finalmente la de la Universidad de Tours[6], con la cooperación del Centro Nacional Pedagógico. Desde luego, hubo otros encuentros con universitarios, pero no es el caso de hacer referencia a todos ellos en estas páginas. En general, los universitarios que participaron en esos encuentros estuvieron animados por un renovado fervor por la pedagogía y, conscientes de los sistemas del pensamiento y de las complejas prácticas pedagógicas y educativas de la nueva escuela, desempeñaron su papel y animaron a su manera las prácticas coadyuvando al incremento de su claridad, pero sin entrometerse en los funcionamientos institucionales. Como en toda formación alternada, tales encuentros fueron empalmes de la experiencia y de la ciencia. Pero en este proceso de innovación y construcción, los campesinos precedieron a los universitarios.
2.  CON LOS CINCO SENTIDOS
Una dinámica general anima todo este impulso creativo que está siempre en movimiento: la que orienta, consolida e incluso alienta una reflexión sobre la persona humana a la luz de la corriente filosófica del personalismo de Emmanuel Mounier (1971), cuya vigencia sostienen otros filósofos, investigadores, pedagogos y pensadores, como ya se dijo antes. Existe un proyecto global que ofrece una visión del hombre, de la sociedad, de la ruralidad y del desarrollo, en el cual está presente el sentido de la responsabilidad y del deber. Estamos alerta, con los cinco sentidos.
Una predilección por la libertad y por la obra de perfeccionamiento de uno mismo estimula las energías. Se sabe por qué se crea un CEFFA, por qué existe y para qué existe. Se sabe que esta nueva escuela no es como las otras escuelas, sino la escuela de la pequeña región, la escuela para formar a los pobladores rurales y contribuir al desarrollo de ese territorio y del país. Una escuela que es de los suyos y para los suyos, quienes, agrupándose en asociación -forma jurídica que otorga una fuerza y un poder y que es una instancia efectiva de participación- asumen la gestión y todas las responsabilidades del establecimiento educativo. Una escuela para las familias y los agricultores y, más allá, para los hombres y las mujeres del país, de suerte que lo que establezcan tendrá el profundo arraigo a un territorio, a la tierra nativa, y, por tanto, perdurará. Esta "nueva escuela" tiene conciencia de los servicios múltiples que debe ofrecer y de los papeles multidireccionales e interdependientes que debe poseer frente a los adolescentes rurales, a las familias, a la agricultura, a la ruralidad y, más ampliamente, frente a la educación y a la sociedad.
El discurso es amplio y tiene altura, es sistémico, global, portador de una ética, de un proyecto para el hombre en estos tiempos de grandes transformaciones e incluso de cambio. Se vuelve hacia el futuro para iluminar el futuro, no repitiendo las lecciones del pasado sino avanzando hacia un futuro prometedor y prometido (Morin et al, 2003).
Los fundadores de la segunda generación en Francia, probaron sus energías en la dinámica de la reconstrucción de la posguerra y del gran cambio de la agricultura que trajo consigo la llamada "revolución verde". Los CEFFA que entonces se crearon, se insertaron por completo en esa vasta transformación de la agricultura y la ruralidad, contribuyendo a la formación de futuros jóvenes protagonistas. Con la extensión o vulgarización agrícola, esa actividad se articula en muchos lugares. Fue un tiempo de compromiso, de militantismo de padres y agricultores, fundadores de los CEFFA, y también de directores y monitores. Todos conjuntamente se vinculan a un amplio programa de desarrollo, sin necesidad de incitar a otros al compromiso y a la ejecución de acciones de desarrollo, porque estas son evidentes. Era el tiempo en que casi la totalidad de los protagonistas del movimiento pertenecían a una misma cultura, a una misma familia: la de la agricultura y la ruralidad, tendiendo todos hacia objetivos cercanos o similares, hacia el futuro[7]. De ese modo, la pedagogía, las clases y la formación, encontraron un sentido. La alternancia se vivía casi por sí misma. Sin embargo, esta nueva pedagogía necesita definirse.
Un planteamiento similar se dio más tarde en los sectores de la artesanía, servicios y comercio, cuando los CEFFA salieron del campo de la agricultura para abrirse a otros oficios del mundo rural con el fin de mantener su vitalidad.
3. UNA BÚSQUEDA Y UNA CONQUISTA DE LA AUTONOMÍA
No hay movimiento alguno de proyecciones, progreso o superación -tanto para las personas como para las instituciones- si los pasos que se dan cada día no traen consigo un grado de adelanto, de superación, de crecimiento, de progreso hacia mejores condiciones de vida. Y en este proceso de construcción de una pedagogía, hay que inventar, trazar, hacer y mantener muchos caminos para que los pasos hacia adelante sean continuos. Así, pues, se requiere:
1.    La elaboración y la aplicación de unas herramientas y dispositivos pedagógicos que den sentido a la acción educativa.
2.    La formación inicial y continua de los formadores llamados "monitores", cuyas funciones son clave de esta compleja pedagogía.
3.    La investigación, con el fin de aportar la iluminación de la ciencia y del espíritu científico.
4.    La información y la animación institucional.
5.    La defensa de la especificidad pedagógica organizadora[8], es decir, de la que tiene autonomía para las instancias políticas y administrativas.
En efecto, todo trabaja al mismo tiempo, todo interactúa en un sistema educativo: sin herramientas, la idea sigue siendo estéril; sin formación de monitores y sin animación institucional es posible que haya desviaciones y que se pierda la identidad; sin investigación se corre el riesgo de atascarse, de no permanecer en la vía adecuada o de encerrarse en funcionamientos demasiado ideológicos; sin la lucha para mantenerse en su lugar, no será fácil la recuperación del rumbo donde hubo desviaciones, ni la superación del desaliento y la fatiga. Y sin un margen suficiente de autonomía tal movimiento educativo, tal pedagogía no puede existir con autenticidad.
Esta cuestión de la autonomía, con sus márgenes de libertad, fue y será fundamental en las siguientes circunstancias:
1.   Frente a la estructura de funcionamiento para afirmar y promover la asociación y la alternancia.
2.   Frente a los programas en proceso de redacción, con el fin de volverlos inteligibles, de jerarquizar los contenidos en función de las orientaciones de formación en el cumplimiento de los marcos generales de funcionamiento.
3.   Frente a la gestión y forma de distribución del programa (organización, herramientas didácticas...).
4.   Frente a la denominación, la forma del ejercicio, la calificación, los estatutos y los roles de los monitores.
En conclusión, las gestión de creación de la pedagogía de la alternancia fue coherente con su objeto. Los campesinos-creadores y sus portavoces y diseñadores pedagógicos, no partieron de teorías o presupuestos conceptuales para llevarlos a la práctica según una lógica deductiva, sino que percibieron, oyeron y adquirieron conciencia de los problemas y las necesidades. Cuestionaron, formularon hipótesis y enunciaron soluciones. Luego inventaron, realizaron, actuaron, aplicaron técnicas, titubearon. Pero también fueron capaces de escuchar, observar las prácticas, analizarlas, distinguir los componentes del sistema y los factores de éxito y de fracaso. Lograron que las ideas, los pensamientos, los saberes y conocimientos fueran empíricos. Los enfrentaron con otros diferentes, para dirigirse hacia otros saberes y más amplios conocimientos en el campo de las ciencias educativas, para comprender y actuar mejor, con el fin de prestar un servicio educativo eficiente, responder a las necesidades, contribuir al desarrollo de las personas y de los territorios rurales.
Esta marcha creativa fue una "acción-búsqueda-formación" permanente. Una marcha hecha a base de pruebas y tanteos, de empirismos y reflexiones, de desorden y orden, de información y formación, de estructuraciones y organizaciones para existir, afirmarse, evolucionar, administrar sus dependencias, ganar autonomía, "ser-en-sí" y ser solidario. Proceso complejo, es verdad, que empieza en Francia, pero también en otros países de Europa, en todos los países de América Latina, en África, en Canadá, en Asia, en Oceanía... Sin duda, en todos esos países se opera una marcha creativa similar para afirmar un movimiento educativo innovador, portador de esperanza.




[1] Le Sillón significa literalmente "El Surco". M. Sangnier (1873-1950) creó este movi­miento a finales del siglo XK para actuar por círculos de estudio, por diarios, -en par­ticular Le Sillón-, por conferencias... para reconciliar su fe en la iglesia con sus ideas republicanas y, más ampliamente, el pueblo y la iglesia, oponiéndose a la vez a los conservadores católicos y a los radicales ateos. Traza una vía de la educación popular (Cfr. Sangnier, 1906).
[2] Se trata de Sérignac-Péboudou, cerca de Lauzun, en el Departamento de lot-et-Ga-ronne. Para profundizar en el origen de los CEFFA, Cfr. García-Marirrodriga y Puig (2007).
[3] Juventud Agrícola Catolica
[4] Se pueden tener en cuenta los elementos que sucesivamente se tomaron, en primer lugar, de las pedagogías activas: con O. Dedory y su método de los "centros de interés"; R. Cousi­net y el trabajo libre por grupos; J. Dewey y la relación entre experiencia y educación; C. Freinet y el texto libre o la biblioteca de trabajo; M. Montessori y "los niños que aprenden por sí mismos"; las orientaciones de Steiner de la Escuela Alsatiana... Más tarde, llegaron las contribuciones de J. Piaget como ya se ha dicho, C. Rogers, B. Schwartz y P. Freiré con "la educación, práctica de la libertad" y sus métodos de alfabetización.
[5] Más específicamente el Colegio Cooperativo y su responsable Henri Desroche.
[6] Conviene mencionar, en este sentido, las contribuciones esenciales de George Lerbet, Gas­tón Pineau y Paul Bachelard.
[7] Para percibir mejor y comprender lo que fue este periodo de creación y pleno compromiso de estos innumerables protagonistas-creadores, nos remitiremos a los libros-testimonios de la Asociación de los Antiguos Responsables de las MFR. (Cfr. Gimonet, 2007).
[8] En este sentido, los CEFFA contribuyeron en primer lugar al reconocimiento oficial de la alternancia como vía de formación de tiempo completo participando en la elaboración de una ley en Francia (ley del 2 de agosto de 1960 sobre la enseñanza y la formación profesional agrícola).

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